Premonición

Allan Kardec, realmente no se llamaba así, nació en 1804 en Lyon (esta ciudad siempre aparece en nuestros textos) y, entre otras cosas, codificó una doctrina religiosa, filosófica y científica (bueno, eso decía él) llamada Espiritismo.

Sus teorías y experiencias (de lo más variopinto) se desarrollan en cinco libros de los cuales el primero: “Libro de los Espíritus” es el más famoso, siendo el que realmente contiene las líneas maestras de este pensamiento.

Antes de eso ya era un todo personaje, básicamente autodidacta, había publicado otros volúmenes sobre diversas materias como “Plan propuesto para el mejoramiento de la instrucción pública”, “Manual de los exámenes para los diplomas de capacidad” o “Catecismo gramatical de la lengua francesa”.

Apasionante amigos.

Le dio por lo esotérico en 1855 cuando presenció fenómenos espiritistas como las, llamadas, mesas parlantes, escritura automática, y demás comunicaciones con las almas de los muertos. Sí, el germen del espiritismo tiene lugar el mismo año que Sauternes y Barsac se autoclasifican en Crus.

La segunda mitad del s.XIX en Francia tuvo que ser para no perdérsela, Burdeos caros de los guapos (pero mucho menos, en proporción, que en la actualidad) y fantasmeo.

Seguramente una cosa llevó a la otra.

Es que, de hecho, incluso su origen como producto final también estuvo sincronizado ya que antes de Kardec ya había, obviamente, médiums montando el número y en Sauternes la famosa clasificación no vino sino a poner orden en el incipiente mercado del líquido bordelés.

Como ya dijimos en nuestra primera entrega, Thomas Jefferson (el que acabo siendo presidente de EEUU) fue el motor del cambio, antes de él, evidentemente, ya la región era famosa por sus blancos dulces aunque mantenían en secreto que utilizaban uva botrytizada porque les causaba pudor decir que utilizaban frutos “podridos”.

Sauternes nunca fue un ejemplo de transparencia.

Eso sí, cuando Jefferson (embajador en Francia en ese momento) le contó a George Washington lo bueno que estaba Yquem a éstos no les quedó otra que embotellarlo (hasta ese momento NO se hacía) y mandarle 30 cajas.

Ahí empezó todo.

Como Kardec cuando publica “El Libro de los Espíritus”, el fuerte de este hombre, insistimos, no era poner títulos a sus obras. A pesar de ello vendió dieciséis ediciones cobrando relevancia mundial y bueno, se puede decir que divulgó una religión, si bien es compatible con otras, de hecho, básicamente, aunque se pueda ser espirita y budista estamos ante una creencia eminentemente cristiana. En cualquier caso este skill en LinkedIn tiene que quedar impresionante.

Las sincronías se siguen dando, si esto es una historia de rise and fall, al menos en su primera parte, la caída también fue de la mano. Y es que, agarraos, a esta gente le fue muy mal en el periodo entreguerras (mundiales). El espiritismo básicamente lo petó porque entre la guerra de secesión yankee y la primera guerra mundial (en ese momento se llamaba, a secas, la Gran Guerra) había muchas familias que querían contactar con sus seres queridos fallecidos.

La demanda era salvaje, pero en estas que una de las celebrities más potentes de su tiempo se puso a desmontar todo este circo.

Harry Houdini.

Utilizó su influencia, dinero y fama para desacreditar todo médium viviente que dijera que contactaba con seres del más allá o que poseyera cualquier tipo de habilidad paranormal.

Houdini, a su modo, inició el escepticismo y entre él y otros que le sucedieron (ahora el más famoso es James Randi) destrozaron la reputación de esta doctrina que ya no volvió a ser lo misma, si bien ha ido malviviendo teniendo ciertos momentos de esplendor en los 70 y 80 con la Ouija.

El “juego” que en 1967 la compañía juguetera Parker (la del Monopoly) sacó al mercado e incluso en 2008 hubo una edición para niñas, en rosa, con estética infantil ya dependiendo de la mega empresa juguetera Hasbro (la de los Transformers, G.I Joe y Mi Pequeño Pony)

Para lo que hemos quedado monsieur Kardec.

Eso sí, el jueguito de marras ha cundido para tantas cosas (leyendas urbanas, narrativa de terror, películas) que está bien metido en el ADN de la cultura pop.

Pues a Burdeos le paso un poco lo mismo, en el referenciado periodo de entreguerras y sobre todo después del Crack del 29 la economía mundial estaba para pocas bromas y estos sufrían de lo lindo porque las ventas cada vez eran más bajas. Pasaba algo similar con Champagne.

Hasta la ocupación nazi en la que los alemanes les dio por confiscar toda la producción de vino… pero pagaron las botellas. Una especie de secuestro con justiprecio por el que los bodegueros de repente se vieron colgando el cartel de “sold out”.

Y hasta hoy. Con sus idas y venidas, con sus crisis y esplendores pero ya dominando tiránicamente el mercado mundial.

Hasta aquí llega la historia, como nosotros la queremos contar, claro, vamos ahora a hablar, de cuatro cositas que se hacen ahí:

Château Suduiraut “S” de Suduiraut 2014.

Château Suduiraut “S” de Suduiraut 2014. Fuente: Colectivo Decantado

No podía faltar un primeur, nos mola dar exclusivas, además en un spin off de Sauternes que nos sobrecoge, sus blancos secos. Ultra secos. Sauternes que no son Sauternes.

Además para que veáis como se mueven colectivamente las bodegas, este tipo de vinos que hacen las más prestigiosas los llaman bajo la misma estructura, el de Yquem es “Y” de Yquem o el de Château Guiraud, “G” de Guiraud.

Semillon y Sauvignon Blanc pasadas por roble francés, del que sólo salen 7.000 botellas, que dejan unas notas minerales y cítricas de lo más sugestivas, evidentemente lo que catamos es una precuela de lo que está por venir, pero ya se nota que es tremendo.

Su precio ronda los 40 euros y vale cada euro que os gastéis en él.

Château d´Yquem 1995.

Château d´Yquem 1995. Fuente: Colectivo Decantado

Dejamos ya el primeur para hablar del Sauternes más emblemático, de la leyenda viviente de la zona. El Capo de tutti Capi.

Yquem es el estandarte de la zona y uno de los grandes vinos del mundo, top 3 sin duda, esto tiene un inconveniente y es que si un vino presenta esta fama hay peligro de que las expectativas sean demasiado altas. Esperando una epifanía líquida que no llega.

Y menos con un 1995, no ya porque tampoco sea una añada top, su precio actual rondará los 450 euros (lo cual es poco para estas cosas), si no porque 20 años sobre añada es poco para un vino con vocación de aguantar guardas centenarias.

Según nos cuentan los primeros Yquem que ya están disfrutables son los de la década de los 50.

Alucinante, mucho más que mesas levitando.

Clos du Menudey, 2001, AOC Cadillac.

Clos du Menudey, 2001, AOC Cadillac. Fuente: Colectivo Decantado

Cadillac si, pero no el coche si no la denominación vecina que también hace este tipo de vinos. Monbazillac, Loupiac y Cérons son otras zonas similares y aledañas.

Hasta hace unos años, Cadillac, tenía fama de ser un vino de segunda, un simulacro de Sauternes para la gente que no tenía, o no quería, gastarse mucho en una botella.

Pues, como siempre, fuera prejuicios porque cada vez más estas regiones están sacando vinos elaborados con mimo que presentan una complejidad, finura y acidez que ya les gustaría a muchos Sauternes con pretensiones (como Mouton Cadet por ejemplo).

Éste, en concreto, lo catamos en la Academia del Vino de Burdeos y nos encantó.

Château Gilette, Sauternes Sec, 1951.

Château Gilette, Sauternes Sec, 1951. Fuente: Colectivo Decantado

Dejamos para el final la barbarie, el que es, directamente, el mejor vino blanco que hemos tomado en nuestra vida.

Este no es dulce sino seco como el desierto del Mojave.

Vivo, complejo, afilado, terciarios ajerezados, mineral, salino. Todo en todo.

Es realmente impresionante, su precio no llega a los 400 euros y realmente nos parece barato. Permitirnos la frivolidad.

No hay mejor manera de cerrar esta entrega que recordar este megavino.

Ah! y en el espiritismo es todo mentira, que no sabemos si eso ha quedado claro…

Un artículo escrito por Santiago Rivas, Colectivo Decantado

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