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Si en el capítulo anterior, nuestro amigo @JimmyBubbles78 definió, no sin retranca y haciéndose eco del “ranciofact”, lo que supone decir que Borgoña es el final del camino. Nosotros nos hacemos, a su vez, eco de su sentencia y decimos que Burdeos es el final de la vida. El punto desde el que se trasciende hasta el final de todo. Pretencioso, ¡Sí!. En Burdeos todo es exagerado.
Para que os hagáis una idea de la dimensión de «La Bestia» van una serie de datos:
- En Burdeos hay 57 denominaciones de origen, en toda España 62.
- Produciendo hay 9.000 bodegas, en toda España difícilmente se llega a 6.000 bodegas.
- Poseen más superficie de vid que en Alemania y diez veces más que Nueva Zelanda.
- Se producen más de 700 millones de botellas al año, en España rondamos los 300 millones.
Son la región más famosa y consumida del mundo, al menos en vino tinto (realmente para la mayoría del consumidor no existe otra cosa).La cultura pop está llena de referencias a sus etiquetas estrella: Petrus es uno de los vinos favoritos de Hannibal Lecter, Château Angélus aparece en las últimas entregas de James Bond, en Ratatouille consumen Château Latour, la nieta y actriz, de Ernest Hemingway se llamaba Margaux Hemingway por el Château Margaux… podríamos completar decenas de páginas repletas de anécdotas similares. Anécdotas que sólo se dan con Burdeos.
La razón de por qué los referentes bordeleses están tan en nuestro ADN, muchas veces a nivel inconsciente, tienen mucho de azar, de misterio y de ventaja acumulativa: a alguien le tenía que tocar.
Es cierto que estamos ante una zona con un contenido histórico de primer nivel, se supone que desde el siglo I ya los romanos plantaron vid empezando el sarao. Luego en el S.XII, cuando pasó a ser inglés por el matrimonio de Leonor de Aquitania (que fue Reina de Francia e Inglaterra, eso es un buen perfil de LinkedIn y no los vuestros) y Enrique II, empezó a ser exportado masivamente a las islas siendo la perfecta excusa para que muchos británicos se asentaran en esas tierras. Estableciéndose ya unos lazos, a pesar de posteriores guerras franco inglesas, indestructibles. De ahí que haya nombres de bodegas tan anglosajones (Talbot, Spleen, Brown, Lynch…).
Si seguimos avanzando, otro momentazo fue cuando nombran a Thomas Jefferson embajador estadounidense en Francia. No perdió el tiempo y se dedicó a comer y beber a un nivel de sofisticación espectacular. Él fue el responsable de que Chateau d’Yquem se embotellara, se hizo adicto al Chateau Lafite Rothschild y, lo más importante, abrió un nuevo mercado. Esa nación incipiente, caótica, violenta pero con una determinación inédita para convertirse en nación: Estados Unidos.
A partir de ahí lo demás ya era más fácil. Con el tiempo, en 1855, se autoclasificaron (por precio y prestigio) y esto sigue vigente hasta hoy de manera, casi, inalterable. Tuvieron un momento muy malo antes de la II Guerra Mundial, pero la ocupación nazi les vino de perlas (comercialmente hablando claro, también a Champagne) y es que los alemanes confiscaron todas las botellas pero las pagaron, se establecieron mercados secundarios de venta. Comenzó la especulación. Esa misma a la que Robert Parker dio el impulso definitivo, empujón cuya inercia llega hasta hoy.
Como veis, estamos en la región vitivinícola mas excesiva, trágica y barroca del mundo, ha corrido casi más sangre que vino por sus campos. De espíritu decadente y toque fatalista. El paralelismo con la mitología nórdica es evidente (Juego de Tronos o el vestuario del Real Madrid se quedaban cortos). Burdeos es a antesala al Valhalla – el centro social de Asgard – esa ciudad mítica gobernada por Odin. Allí donde van los muertos en combate (a los que no, ni se lo plantean #Mentalidad #Valors) a esperar el Ragnarök que no deja de ser una quedada ultra entre los Dioses (AEsir) con los guerreros de Odin, por un lado, y Loki y sus pandilleros (Jotuns) por otro.
Lo más grande es que ya está escrito como queda la cosa (es una religión con spoilers): palman todos los buenos (Odin, Thor, Heimdall) y Surt (uno de los malos) quemará el universo entero con fuego. La muerte llegará a todos los seres en la Tierra. El sol se apagará y las estrellas desaparecerán de los cielos. Surgirán vapores tóxicos y las llamas estallarán, abrasando el cielo con el fuego. Finalmente, la tierra se hundirá en el mar. Toma panorama.
Pues así vemos Burdeos, hay tantos intereses, tanta pasta, tanta fama, tanta hipérbole, tanta extracción, tanta madera que al final todo acabará mal.
A modo de epílogo, y por ser medianamente útiles en medio de este delirio apocalíptico, vamos a dar unas pinceladas de cómo viene la última añada. Como es muy difícil abarcarlo, y ya habrá otras ocasiones para seguir profundizando, vamos a centrarnos en el margen izquierdo del Río Gironde, parte norte, por las subzonas de Margaux, Saint Julien, Pauillac y Saint Estephe a través de la primeur 2014 que nos la hemos bebido entera y por litros, muchos de ellos en el propio Château (precisión de postureo).
Château Rauzan Segla (Margaux).
No exenta de lujo y diseño (la etiqueta del 2009 la diseño Karl Lagerfeld, siendo horrorosa, pero ahí queda), nos resulta una bodega muy auténtica que se deshace en buen trato hacia los que decidan visitarles (hablamos por experiencia). Su 2014 se vislumbra como mejor que las precedentes y quitando las superañadas (2010, 2009 o 2000) creemos que van a tener un resultado de lo más interesante.
Château Leoville Poyferré (Saint Julien).
Otro Segundo Cru (como el anterior) y nuestro tinto favorito de la zona (con Talbot), es potente pero fino, su precio en las añadas guapas ronda los 200 euros y en las normales, o malas, no llega a los 100 euros. Esta 2014 se va a quedar más cerca de los 100 euros, superándolos eso sin duda, no ya porque la añada no lo merezca sino porque los precios de Burdeos en general han bajado, es normal, con las añadas precedentes se llegó a unas cifras, de manera artificial, que resultaron insostenibles. El fatalismo vuelve. Dicho esto la 2014 no está nada mal.
Château Pontet Canet (Pauillac).
El mejor 2014 que hemos catado a esta orilla del Gironde, tánico, potente, fresco y mentolado. Si cuidan bien la madera, saben hacerlo, podemos estar ante un vinazo tremendo, de los de recordar. Su precio va a rondar a lo que está actualmente el 2008, 100 euros.
Château Calon Ségur (Saint Estephe).
Con Cos d´Estournel y Montrose, lo mejor de Saint Estephe, siendo estos más caros, bastante. Estamos ante el 2014 más enigmático. No sabemos muy bien por donde va a ir… pinta bien, pero resulta algo desestructurado, con aristas.Por otra parte resulta normal en un protovino, recordemos que no está acabado, pero dichas imperfecciones no las hemos visto en los anteriores, ni en la 2013, que el año pasado también catamos en primeur dejándonos impresionados. Habrá que hacer seguimiento.
Bueno, pues con esto ya tenéis para un rato, nosotros os dejamos hasta una próxima entrega.
Esperamos que ahora entendáis mejor a Thor en Los Vengadores, no es que sea cortito, es que tiene muchas cosas en la cabeza. Pobre.
Un artículo de Santiago Rivas, Colectivo Decantado
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