Una joya de Pedro Ximénez en la Sierra de Málaga

Hoy hablaremos de otras de las joyas encontradas en el Salón Gourmet 2014 en Madrid, aunque antes de comenzar la pondremos en antecedentes para entender sus características. Se trata de un vino generoso elaborado con pedro ximénez.

La P.X. es una variedad blanca con la que se elaboran los grandes vinos dulces del panorama español, cuyo hábitat natural se encuentra en climas secos y calurosos como la Sierra de Málaga (denominación en la que nos centraremos hoy y de la que sale Arcos de Monclinejo P.X.). Se trata de una uva que transmite aromas de miel, dátil, pasas, chocolate, café, orejón, frutas de hueso como el melocotón, con mucho cuerpo, suave y muy cálido a su paso.

Lo más característico de este tipo de vinos son dos de sus fases en el proceso de elaboración que diferencia un vino común de un vino como éste. En primer lugar los vinos hechos a partir de esta variedad y que persiguen un final dulce se someten a un tiempo de asoleo en el que las uvas pierden su agua convirtiéndose en pasas, algo que hace más complicado el proceso de extracción del mosto.

El segundo lugar es el sistema de criadera – solera, en el que los vinos de la añada ocupan el lugar superior de una criadera (conjunto de barricas en distintos niveles hasta un máximo de cuatro alturas) desciende progresivamente año tras año hasta llegar a la solera (última altura).

En Bodegas Dimobe se trasmite la pasión por la tierra y un vino bien hecho, miman las viñas encargadas de dar este ámbar líquido que tienen una producción máxima de 1 kilogramo aproximadamente de uva, que es trasportada en cajas que nunca superan los 20 kg. Esto es una labor transcendental para el óptimo resultado de este producto. Una vez hecho este breve resumen hablaremos de el producto que me impactó en el encuentro gastronómico mencionado al principio de estas líneas: Bodegas Dimobe y en especial Arcos de Monclinejo P.X. Es una bodega familiar ubicada en la Sierra de Málaga que nace en 1927 y que se ha ido renovando con el paso de las generaciones. Lo que más me sorprendió de este enclave fueron la disposición de sus viñedos. Como se puede apreciar en la fotografía presentan gran inclinación lo que dificulta enormemente las tareas de laboreo, haciendo incluso que se tengan que trabajar con mulas e incluso a mano por la incapacidad de utilizar maquinaria. Existen más de una denominación de origen con este tipo de problemática geográfica pero sin duda suma valor añadido al producto final.

Es un vino que roza la excelencia, y esto lo dice alguien que no cree en la perfección. Visualmente es un vino muy atractivo, con tonos ámbar intensos que remarcan los reflejos cobrizos. ¡Bellísimo!

Pero  sin duda lo que más resalta es el placer que desprende en nariz y en boca. En la primera presenta unos aromas a miel de flores, frutas deshidratadas como la pasa y el orejón, dátil y frutas maduras de hueso como el melocotón y el albaricoque maduros, con notas de café y aromas tostados.

Mientras que en boca presenta el dulzor de un auténtico y verdadero pedro ximénez, sin embargo, refinado, intenso, sugerente, meloso, con paso rápido y final de larga duración con la calidez típica de los P.X.

Perfecto para combinarlo con postres para los más golosos, o con un chocolate negro para amantes de los contrastes. Un vino para recordar y disfrutarlo en buena compañía ya el momento que se riegue con él seguro que queda grabado.

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