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La situación en el sector vitivinícola en España es precaria y es importante admitir que a partir del año 2.015 existen dos importantes retos por cumplir, que son el de conseguir: fomento del interés y consumo dentro de nuestras fronteras y aumento del valor económico del vino tanto de forma interna y externa. A pesar de que las cifras casi cerradas a finales de 2.014 supusieron nombrar a España como principal productor y exportador Europeo, tal y como viene ocurriendo en los últimos años en tasa interanual, fue únicamente en volumen ya que vendiendo más vino que nuestros principales competidores (Francia e Italia), ingresamos unos 2.600 millones de Euros cuando estos dos países superan en la misma fecha los 5.000 millones de Euros, por lo que se deduce que la visión exterior del vino español fuera de nuestras fronteras sigue siendo de productores de vino a granel, sin calidad y con muy bajo precio ¡algo muy preocupante!.
Un ejemplo claro de esto lo encontramos en la última edición de ProWein, la feria anual celebrada en Duesseldorf (Alemania) al encontrarnos productores del vino español exportando este producto a un precio de venta de 0,40€/litro, un valor desleal para con su competencia de calidad dentro de nuestras fronteras.
Por otro lado, el desequilibrio que mantenemos desde el 2.011 (incrementado después de la vendimia de 2.013) en cuanto a la sobre producción, la todavía débil fortaleza de las marcas españolas en el exterior, escasa capacidad de distribución fuera de las fronteras y el ínfimo valor (general) de los vinos unido a una climatología especialmente favorable y una voluntad extendida entre los propietarios de viñas y bodegas de aumentar la producción, han llevado a España a un récord en la producción de vino de 52 millones de hectolitros con consecuencias negativas, que se han sufrido a lo largo de 2014, ya que tuvimos unos excedentes de 33,4 millones de hectolitros según el Observatorio Español del Mercado del Vino. ¡Que se enciendan las alarmas porque las cifras cantan!
Todo esto acompañado de una más que preocupante producción de vino y mosto, ya que en estos últimos años España se ha encontrado con una disminución de apoyo de fondos procedentes de la UE y que, como consecuencia, ha tenido hasta día de hoy un reflejo directo sobre los mercados. Dicho de otra manera, antes de 2.011, en años de sobreproducción, España destinaba hasta 10 millones de hectolitros de la industria de los derivados vínicos (sobre todo refiriéndonos al Brandy), fortificación de vinos o exportación de alcohol. A día de hoy, los excedentes o se destinan a la comercialización de mosto, o se vende en el mercado nacional (que es el menor porcentaje) o, lo más lamentable, se malvende fuera de nuestras fronteras dado que tras la vendimia de 2.013 nos encontramos con 8 millones de hectolitros, frente a los estables 5 millones que normalmente se producían. No es de extrañar que muchos profesionales del sector estemos más que indignados con estas cifras y ¡echemos los dientes! (dicho en términos llanos) porque estas cifras distan mucho de ser ilustradoras.
Atendiendo a lo que se denomina “usos industriales y mermas” (un segmento que no supone gran volumen) entre la que se encuentra el mercado del vinagre y elaboración de vermut, sumándose a las pérdidas y a las destilación de subproductos, suponen un número algo inferior a los 2 millones de hectolitros. Un campo bastante estable si no tenemos en cuenta estos últimos, que se encuentra en una similar decadente situación que el vino.
Toda esta desequilibrada situación tiene como consecuencia que la exportación para las uvas y vinos españoles sea mayor que su consumo interno, hasta tal punto que exportamos más del doble de lo que se destina a consumo interno (vergonzoso en extremo… y más sumando que el vino es algo íntimamente ligado a la gastronomía y, a día de hoy, España se encuentra en pleno «boom» por los más que extraordinarios chefs que se encuentran en nuestro país). Dicho de otra forma: ¡nuestro vino ha salido a buscar algo que no ha encontrado en casa!, paradójicamente igual que muchos conciudadanos… muy propio del pensamiento general español el entender algo extranjero como algo infinitamente superior a lo nuestro (y con esto no digo que no hayan vinos maravillosos fuera de nuestras fronteras, lo único que estoy diciendo es que ¡nosotros también los tenemos!). España ha sido exportador vinícola desde tiempos del Sacro Imperio Romano pero, ¡señores!… ¡se nos está yendo de las manos!
En qué se percibe esto en el día a día
En el día a día el consumo en los establecimientos del canal HORECA ha descendido desde 2004 a 2013 de 700 millones de litros a 242 millones respectivamente, cuando este canal era soporte y motor de muchas bodegas y pequeños y medianos productores. No es de extrañar dado el porcentaje aplicado a muchos vinos dentro de la cadena de Hoteles, Restaurantes y Cafés (que se traduciría a los actuales eno-bares) es en algunos casos de hasta el 300% aplicado al precio de compra a bodega o distribuidor. No nos echemos las manos a la cabeza después porque el consumo en restauración ha sufrido un varapalo, cuando vinos que tienen un precio medio se cotizan como tesoros en algunos restaurantes y que el stock de las bodegas en estos establecimientos no se movilice. Estoy de acuerdo en que el fin de un negocio es ganar dinero y que nadie da duros a cuatro pesetas, pero… ¡no nos volvamos locos! porque esto sumado a que en 2.006 se decretara la ley del carnet de conducir por puntos y la ley antitabaco el consumo medio en España haya descendido a unos, más que preocupantes, 2’59 millones de litros de vino o, lo que es lo mismo, 19’9 litros per capita anuales (10 de ellos dedicados en exclusiva al turismo, lo que nos deja con 9,9 litros per capita para cada español) frente a los 47’7 de Francia y los 42’5 de Portugal en cifras de 2014.
La respuesta a esto es que algunas tiendas especializadas hayan decidido tomar cartas en el asunto y descorchar la botella a precio de tienda… y donde, cada vez más, encuentras confortables rincones donde picar algo y pasar un buen rato con una copa de un vino más que aceptable (o derivado vínico) a un precio al alcance de todo bolsillo. Creo que es algo sobre lo que podemos reflexionar todos.
Por otro lado, el consumo doméstico continua con la tan sumamente (para algunos) irritante tendencia de Rioja y Ribera del Duero (que por mi parte no diré que nunca que no se encuentran verdaderas joyas enológicas en estas dos Denominaciones de Origen Protegidas, pero que tener amplitud de miras te hace descubrir vinos apasionantes), aunque dicha tendencia se derive de la inequívoca falta de conocimiento en el sector vinícola dentro de nuestras fronteras. Que le vamos a hacer… ¡somos así! Dicho consumo se mantuvo estable e incluso creció cuando llegó la recesión económica en 2.012, sin embargo, se vio afectado por la subida de P.V.P. en 2.013 a pesar de que el público se inclinó hacia la adquisición de vinos con Denominación de Origen Protegida tranquilos. Todo esto nos lleva a pensar que, efectivamente, el español en términos medios preferimos los vinos procedentes de Denominación de Origen Protegida… pero, seguimos bebiendo poco.
La creciente tendencia a día de hoy marca un tercer importante canal de venta, que es el de venta directa ya sea off-line u on-line ya sea en enotecas o directamente al distribuidor o la bodega, hasta tal punto de que en España supone un tercio de la venta global anual de vino. Un canal que parece crecer día a día y ser la alternativa económica a pasar por el supermercado o ir a un restaurante o bar. Además, este tercer canal se encuentra íntimamente ligado a uno de los motores fantasmas en España, el enoturismo o «turismo del vino». Planteémoslo de la siguiente forma: nuestro país es la segunda potencia turística del mundo y el número uno en Europa en mayor superficie de viñedo plantado, ¿pensáis por un momento que no tenemos potencial cuando este tipo de turismo está sufriendo un estrepitoso auge en el extranjero y que en países como Estados Unidos, concretamente en Napa Valley, acoge a más visitantes que Disney World?
Os dejo con las siguientes reflexiones:
- ¿Por qué en España no hemos sido capaces de llegar a un público joven cuando en otros países encontramos vinos en pubs y locales nocturnos?
- ¿Debería cambiar la política de venta de vino en el canal HORECA?
- ¿Quién es responsable de que España cada vez exporte más litros y con menos calidad (ya que es la imagen que damos en el extranjero)?
- ¿De dónde viene la cantidad irrisoria de consumo per capita siendo España el principal productor de vino en Europa durante 2.014?
- ¿Somos potencialmente un punto Enoturístico?
- Los profesionales del mundo del vino ¿tendríamos que cambiar la estrategia para llegar a un público general que no solo se limite a personas del sector?
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About Alicia Gómez
Periodista gastronómica made in Soria. Gastrónoma y wine-sake lover vocacional, entusiasta del marketing y comunicadora nata analógica, digital y personalmente, más aún si tiene que ver con la gastronomía o la vinicultura. En tiempos difíciles, ¡persigo sueños! Además de fundadora de este portal de noticias gastronómicas, soy creadora de la consultoría de gastromarketing, comunicación y eventos aliciagastromkt.com y de la academia en lengua española de marketing y comunicación gastronómica academia.aliciagastromkt.com. Especialmente sensibilizada con los aromas, sabores, texturas… y con hacerlos llegar a la totalidad de la población, porque creo que la gastronomía es otra vía más para conversar. Por ello, mi proyección de presente y futuro es la de unir estas grandes disciplinas ya sea en literatura, impartiendo un taller o cata o mediante estrategias para restaurantes y productores.
16 comentarios on “¡Alerta roja!, ¿en qué punto se encuentra España en el sector vinícola?”